Su clima, en particular en su zona más alta, es muy adecuado para el cultivo de la vid: clima mediterráneo húmedo, de inviernos relativamente cortos y no muy fríos y veranos largos, calurosos y secos. En el otoño y la primavera abundan las lluvias, recogiéndose más de 1.000 ml anuales. Los veranos son muy secos, pero de noches frescas que empujan a una correcta maduración de la uva.
El cultivo de la vid sigue siendo de un absoluto respeto con el medio, acercándonos a la tierra de la manera más pura y natural. Pequeñas parcelas, viñedos viejos, trabajo personal desde el conocimiento y el respeto, con sencillez y con la mínima intervención, reflejo en definitiva del carácter de gentes que nos garantizan la autenticidad y originalidad de los vinos allí elaborados.
Hay mucho trabajo por hacer. Vendimiada ya la cosecha de 2014, en la que ya elaboramos vinos monovarietales blancos (Ojo de Liebre y Verdejo Serrana), retomamos el objetivo de recuperar algún otro viejo viñedo y seguir ahondando en las singularidades de este paisaje y de este entorno.
Cada paseo por la sierra nos hace sentir más comprometidos con un proyecto que, esperamos, tenga un largo recorrido.